Ordenes del Amor
Conocí a Bert Hellinger en 1993, y al instante sentía fascinación por él y por su trabajo. Sin embargo, en un seminario sobre psicosis en 1995 que organicé para él, y también por el trabajo con mis clientesIpsiquiátricos traumatizados(1), tuve que darme cuenta que ese concepto no siempre era efectivo y que hasta podía dañar a algunos de los clientes. De esa manera se desarrolló un concepto propio. Lo denominé “Desprendimiento por el tomar a los padres”. Más detalles respecto a mi relación personal y profesional con Bert Hellinger se encuentra en https://www.praxis-der-systemaufstellung…-hellinger.html
Los 20 años de investigación en mi propia práctica me llevaron a una comprensión sistémica de autonomía y simbiosis, y sobre esa base, a un nuevo concepto de terapia de “La Integración sistémica del Ser” (Edición Springer, 2015).
¡Y el desarrollo continuó!
Vínculo por sufrimiento
El trauma como origen del patrón de simbiosis, fue convirtiéndose en el centro de mi trabajo. Ahí se podía observar que el patrón de simbiosis siempre estaba acoplado a una fuerte carga de factores estresantes no trabajados (Thomas Hensel “Stressorbasierte Psychotherapie”, 2019). Y también se hizo claro, que la carga alta por factores estresantes no trabajados – traumas -, condicionada por factores históricos, en muchas familias facilitaba de que la conexión entre generaciones ocurría, en gran medida, con base en el sufrimiento. Ya sea por traumas asumidos, por traumas propios o por una relación entre ambos.
Entre otros, esto se muestra en el hecho de que los implicados sienten que si se liberan de su propio sufrimiento es como si cometieran una traición a la familia. Como si abandonaran a su familia a que siga sola en su sufrimiento y que por lo tanto ellos los traicionan. O como si hubieran perdido su pertenencia a la familia. Eso se manifiesta como una “prohibición de ser feliz”. Eso significa, que el sufrimiento literalmente es el pegamento, el “Pattex” que conecta a los miembros de una familia a través de generaciones. Y efectivamente, los implicados creen erróneamente, que el “sufrimiento compartido” es amor. Esto generalmente, ¡injustamente! – es denominado lealtad. Y concierne a la mayoría de la población, es decir prácticamente a todos nosotros.
Lo paradojo: Las personas que parecen ser libres y sin carga más bien son des valorados como banales, como no interesantes por que les falta – dicho algo burdamente – el “olor a establo del sufrimiento”.
“La Constelación de Trauma para la Integración del Ser”
En los últimos cinco años de mi trabajo, en forma conjunta con Dr. phil. Philipp Kutzelmann, se desarrolló la “Constelación de Tauma para la Integración del Ser” – y este desarrollo aún no concluyó. En las últimas semanas ocurrieron más innovaciones. Incluyendo símbolos para el ser verdadero y el falso ser – tanto del cliente como de los padres – los procesos de solución incrementaron su profundidad.
El Ser “verdadero”
Siguiendo a C.G. Jung y la Psicología humanística, asumimos que cada persona cuenta con un ser “verdadero“ que, independientemente de sus logros o de su apreciación por los demás, contiene en sí mismo a su valor y a su dignidad. Como potencial, este ser es indestructible. Sin embargo, a través del trabajo con los traumas tempranos de relaciones, hemos aprendido que este protencial tiene que ser iniciado, por ejemplo, con el amor incondicional de uno de los padres. Así el niño puede hacer la experiencia de merecer ser amado, independientemente de sus logros, simplemente porque está aquí tal como es.
El ser de sobrevivencia
Los padres, que a consecuencia de sus propios traumas no pudieron experimentar ese amor verdadero, que no pudieron adquirir la consciencia de su propio ser verdadero, no pueden dar eses amor a sus hijos. Al contrario, ellos tienden a sobrecargar a su hijo, a utilizarlo, a des valorarlo emocionalmente y hasta a herirlo físicamente.
Esa es la realidad emocional del niño implicado. Ahí es imposible desarrollar un sentimiento sano de auto aprecio. Para poder sobrevivir a pesar de ello, el niño adapta su autoimagen a esa realidad. Desarrolla un ser de sobrevivencia orientado en su propio trauma, en sus padres y en los traumas de ellos. Interioriza el abandono emocional, la sobre exigencia y la des valoración por los padres y trata de compensar la miseria real con fantasías de grandeza, de control, perfeccionismo y responsabilidad por los padres. Si bien, esto le otorga la ilusión de superioridad y de valor, al experimentar siempre de nuevo el no poder alcanzar esas metas, acaba por devaluarse a si mismo. Este sentimiento quebradizo de auto valor, ese vacilar entre auto elevación y auto devaluación es característico para un trauma temprano de relación.
Eliminación del introyecto de trauma y conexión con el propio ser
Una vez que el cliente haya eliminado y delimitado de su propio espacio al propio trauma y a los de los padres que él asumió, todo lo “tóxico” quedó apartado. Vuelve a sentir nuevamente la conexión con su verdadero ser – y con su propia fuerza, la cual puede reconoce lo ajeno a si mismo y sacarlo fuera del propio espacio. Se siente capaz de la acción nuevamente y no paralizada como hasta ahora.
En la eliminación del „falso ser” de la madre o del padre puede sentir sus sentimientos negativos de rabia y rechazo y por fin direccionarlos a la “dirección apropiada”: contra la causa de sus heridas – en lugar de hacerlo contra si misma como hasta ahora. Eso es un proceso emocional muy liberador.
El “despertar” al propio ser por el amor verdadero de la madre o del padre
Ahora también puede reconocer el símbolo del ser verdadero de la madre (del padre) y lo puede colocar en su corazón. Entonces – en su imaginación – puede sentir el amor incondicional del núcleo del ser de los padres hacia su propio núcleo del ser. El amor que tanto anheló y al cual nunca o muy raras veces pudo experimentar. Siente a su ser verdadero que merece ser amado simplemente porque está aquí.
Esta experiencia nueva, de poseer un núcleo der ser que merece ser amado, transmite al cliente un sentimiento de valor propio “intrínseco”, independiente de aspectos “extrínsecos” de logros o reconocimientos por otros.
Sin ese valor propio, hasta ahora difícilmente podía tomar la atención y el amor de otras personas: ¿El otro lo siente de verdad? ¿Se refiere a mi? ¿Será que yo lo merezco? ¡Muere de hambre frente a la mesa servida!
Vínculo por amor
El nuevo sentimiento de auto valor le hace posible tomar el amor de otros hasta quedar plena. Desde esa plenitud ahora a su vez puede regalar a otros ese amor incondicional – sin intención ni condiciones. Se hace posible una conexión “de corazón a corazón”, hacia otros y también hacia sus padres.
Esa capacidad de recibir amor y de volver a entregarlo es parte de nuestro potencial. Pero, según parece, ese potencial tiene que “ser despertado”. Si no por el amor de los padres reales, entonces como sustituto por la imaginación en una constelación simbólica de este tipo.
En síntesis: Es importante la diferenciación entre el núcleo del ser de la madre o el padre, que podría mostrar un amor natural incondicional y el ser “falso” de esa madre o padre por el cual el cliente fue abandonado emocionalmente, sobrecargado o lastimado físicamente. Una vez que el cliente reconoce al falso ser de los padres y lo delimita, se libera la mirada hacia el núcleo del ser de la madre o del padre que -condicionado por un trauma- tal vez le podía mostrar muy rara vez o nunca.
Después de esa diferenciación, el cliente puede soltar también a esa madre o padre y su sufrimiento – sin sentimientos de culpa. Conectado con su propio núcleo esencial, ahora puede sentir un amor puro incondicional hacia los padres y también hacia una pareja y hacia un hijo. Esta reconciliado – consigo mismo y con los padres.
Entonces se hace posible el vínculo por amor y no más por sufrimiento
Al respecto un ejemplo de constelación: https://youtu.be/xzkcxwzTGxs
y https://youtu.be/-3GQYuiI638